El FC Barcelona se encuentra a un paso de alcanzar las semifinales de la Champions League tras su aplastante victoria por 4-0 en el partido de ida contra el Borussia Dortmund. Este martes, el conjunto dirigido por Hansi Flick viajará a Alemania con la confianza por las nubes y la historia a su favor, ya que nunca ha perdido ante el Dortmund en competiciones europeas.
Las estadísticas son claras: en seis enfrentamientos previos, los culés han logrado cuatro victorias y dos empates, lo que les otorga un margen considerable para avanzar a la siguiente ronda. Además, el Barcelona ya ha demostrado su capacidad para superar adversidades, recordando la épica remontada de 6-1 ante el PSG en 2017, cuando también se enfrentó a un 4-0 en la ida.
La figura destacada en este encuentro será, sin duda, Robert Lewandowski, quien ha hecho del Dortmund su víctima favorita, anotando 29 goles en 28 partidos contra ellos. Su presencia en el campo es un factor que podría marcar la diferencia, especialmente considerando que el polaco ha sido fundamental en la campaña actual, sumando 11 goles en la Champions.
Por otro lado, el Dortmund llega a este partido con la presión de revertir una situación complicada. Su entrenador, Niko Kovac, ha manifestado la necesidad de mostrar una cara diferente a la de la ida, aunque la ausencia de Emre Can por problemas musculares podría ser un golpe duro para sus aspiraciones. Kovac ha declarado:
"Queremos mostrar mañana una cara completamente distinta a la de la ida y ganar el partido".
El Barcelona, además de la gloria deportiva, también tiene en juego una importante inyección económica. Clasificarse para las semifinales significaría un ingreso de 15 millones de euros, un alivio necesario para las cuentas del club, que atraviesa un delicado momento financiero. Hasta ahora, el equipo ha recaudado 67 millones por su participación en esta edición de la Champions, y cada paso que dan hacia la final podría incrementar significativamente esa cifra.
En resumen, el encuentro de este martes no solo es crucial para el futuro deportivo del Barcelona, sino que también representa una oportunidad vital para estabilizar su situación económica. Con la afición apoyando desde las gradas del Signal Iduna Park, los culés esperan hacer historia una vez más y dar un paso firme hacia la gloria europea.