El próximo 26 de abril, el Estadio La Cartuja de Sevilla acogerá uno de los partidos más esperados de la temporada: la final de la Copa del Rey entre el Real Madrid y el FC Barcelona. Sin embargo, la controversia ya está servida antes de que ruede el balón, y es que el árbitro designado, Ricardo de Burgos Bengoechea, no es bien visto por los aficionados merengues debido a su historial en los clásicos.
Los números hablan por sí mismos: mientras que el Barça ha cosechado un impresionante 90% de victorias en sus últimos encuentros arbitrados por De Burgos, el Madrid se queda con un escueto 50%. Esta disparidad ha levantado suspicacias en el seno del club blanco, que ve en esta elección un posible favoritismo hacia el conjunto catalán.
La situación se complica aún más si consideramos que el Real Madrid llega a esta final tras una eliminación dolorosa en la Champions League a manos del Arsenal, mientras que el Barça parece haber encontrado su mejor forma, con dos victorias contundentes en los clásicos previos (0-4 y 2-5). La presión está sobre los hombros de los árbitros, que se enfrentan a un clima de desconfianza creciente entre los aficionados.
En el contexto actual, el debate sobre el uso del VAR también se intensifica. Mientras que el Barça ha visto cómo el sistema les ha favorecido en varias ocasiones, el Madrid ha denunciado que sus decisiones han sido perjudiciales. La discrepancia entre ambos clubes respecto al VAR es evidente: el Barça lo apoya, mientras que el Madrid lo cuestiona abiertamente.
El ambiente está caldeado y las quejas no cesan. Desde el club blanco, se han hecho eco de la frustración por decisiones arbitrales que consideran erróneas, afirmando que el colectivo arbitral intenta “sacar al Madrid de la Liga”. Por su parte, los culés también han expresado su descontento en varias ocasiones, aunque en su caso, los resultados han sido más favorables.
Con todo esto en juego, la final de la Copa del Rey no solo será un enfrentamiento entre dos grandes del fútbol español, sino también un escenario donde las decisiones arbitrales podrían marcar la diferencia. Los aficionados esperan que el espectáculo esté a la altura y que los protagonistas sean los jugadores, no los árbitros.
En conclusión, la final del sábado promete ser un evento cargado de emociones, pero también de polémicas. La pregunta que queda en el aire es: ¿podrá el Real Madrid superar no solo a su eterno rival, sino también a un sistema que sienten en su contra?