La Cartuja fue testigo de un final de infarto en el partido que enfrentó al Real Madrid y al FC Barcelona, donde la emoción se desbordó en los últimos minutos. Con el marcador empatado a 2-2, el árbitro De Burgos Bengoetxea señaló un penalti a favor del Barcelona tras una acción entre Asencio y Raphinha. Sin embargo, el VAR entró en acción y cambió el rumbo del partido, provocando el delirio entre los aficionados del equipo blanco.
El encuentro había comenzado con un gol de Pedri, que puso en ventaja al Barcelona. Sin embargo, el Real Madrid no se rindió y, gracias a los goles de Mbappé y Tchouaméni, logró darle la vuelta al marcador. La tensión aumentó cuando, en el último minuto del tiempo añadido, se pitó el penalti que podría haber significado un nuevo título para el Barcelona.
El colegiado, tras revisar la jugada en el monitor, decidió anular el penalti, lo que desató una ola de júbilo entre los seguidores madridistas. Asencio, quien había sido acusado de falta, se levantó rápidamente del suelo y argumentó que no hubo contacto, lo que llevó al árbitro a reconsiderar su decisión inicial.
La acción fue clara: Raphinha, al intentar disparar a puerta, se dejó caer tras un leve toque en la espalda por parte de Asencio. Sin embargo, el contacto fue tan mínimo que no justificaba la sanción. González Fuertes, el encargado del VAR, recomendó a De Burgos que revisara la jugada, y tras unos minutos de deliberación, el árbitro decidió rectificar su decisión, mostrando incluso una tarjeta amarilla a Raphinha por simular la falta.
Este episodio no solo salvó al Real Madrid de una posible derrota, sino que también reafirmó la importancia del VAR en el fútbol moderno. La afición blanca celebró con fervor esta decisión, que les permitió mantener el empate y seguir soñando con la Copa del Rey. El Real Madrid sigue demostrando su capacidad para sobreponerse a la adversidad y, con el apoyo de su afición, se perfila como uno de los grandes favoritos en este torneo.